When General Motors*...



When General Motors has to go to thr bathroom ten times a day, the whole country's ready to let go.

* Rear Window (1954)
La ventana indiscreta
Director: Alfred Hitchcock

Ni en 37 vidas


Por Andrés Biondi

Te miro a los ojos, estás ahí. Mirando fijo. Mi cabeza comienza, como siempre, a viajar, te ve y te ve. Y te recuerda e imagina. Se acerca en silencio, se aleja velozmente, sintiéndose herida. Mi cabeza está allí, en mis ojos, en el espacio que existe entre las dos miradas, sólo pensándote, hundiéndose en tus párpados, en tus ojeras cansadas, en el mirar poderoso que se nos presenta. Mi cabeza quiere entrar, encontrar su refugio detrás de tu nariz, entre ambos ojos, allí donde nacen los sueños, allí donde se nos instala la duda, allí donde el amor se pregunta y re pregunta si es amor o no, allí donde el odio abusa de su ferocidad y me frunce el entrecejo violentamente. Fijo entro por tu miel, dulces venas rojas irritadas ausentes de parpadeos. No vas a llorar, aunque por dentro arde todo. Siento el olor a mar a distancia. Lo huelo en este cubo lleno de ruidos, agobiando de luces verdes, en constante griterío. Flashes, estrella, música y miradas, carne en la boca, labios que sudan en grietas cerradas intentan evitarme. Me invitan a evitarte y al buscarte encuentro tu interés, porque la mirada sigue ahí firme como hace diez segundo, una hora, el mes completo, la eternidad. Finjo moverme y doy el paso real. Siento que nace el amor. Estaba ahí, vivía apenas a unos centímetros de mi vieja posición. Lo recibo con fuerza desde una sonrisa seguramente imaginada por que las facciones no cambiaron. Igual percibo amor al acercarme. Voy hacia tu risa de luz brillante y desconocida. Voy seguro al lugar nuevo que me invitó esa mirada, y abrió la perfección de tus dientes. Ya no hay griterío, ni el verde tiñe el lugar. Tampoco vive el miedo ni escucho voces. Son tus ojos abiertos, casi explotando de amor, lo único que existe. Ya no está tu boca ni su brillantez allí. Nada me guía más que el amor imantando el norte de mi brújula que eleva mi paso lento en busca del calor necesario para continuar viviendo en esta tensa mirada compartida. Este amor gigante que llegó para ambientar desde aquí el mundo completo no lo podré explicar jamás, ni utilizando todas las palabras existentes en la lengua castellana, ni leyendo la totalidad de los poemas alguna vez publicados. Tardaría treinta y siete vidas en encontrar la palabra justa que encienda la chispa del fuego que se me presenta en estos metros. Entre mi cuerpo y esos ojos hermosamente ásperos, viejos, cansados; hay amor. No existe explicación que pueda decir como llegó aquí. No busco que me cuenten en que momento el fuego irrumpió en esta mirada constante, extendida. No deseo saber que quemó este fuego, ni cuantos murieron al intentar atravesarlo. No quiero imaginar tus viejos amores, ni tu estado actual. Solo quiero que el tiempo siga así, suspendido en la historia, urgiendo de calor, lleno de presente, rebalsando de hoy, repleto de aquí. Intento llegar a esos labios latiendo. Intento alcanzarlos pero sin mover una sola partícula de aire ni tiempo. Intento alcanzarte en esta plenitud, en esta perfección que solo nuestras miradas contemplan.