Ascensor hacia el Cadalso


Cuando el director de cine galo Louis Malle se enteró del arribo de Miles Davis a Francia su alegría no pudo ser mayor. Corría el año 1957 y Malle estaba en etapa de postproducción de su opera prima como director: Ascensor hacia el Cadalso.

Hasta aquí su filmografía se limitaba al cine documental, género en el cual había incursionado de la mano de Jacques Cousteau en el film Le monde du silence. Película que ganó un Oscar a mejor documental y le valió una Palma de Oro como co-director (el galardón fue compartido con el documentalista oceánico).

Mientras tanto, del otro lado del Atlántico, Miles Davis disfrutaba las mieles del éxito producidas por su primer quinteto compuesto por el ex-boxeador Red Garland, Paul Chambers, Philly Joe Jones y John Coltrane. La carrera del trompetista estaba en ascenso meteórico y las propuestas para tocar en el Viejo Continente no se hicieron esperar. Así es como en el invierno boreal de 1957 Davis emprende un viaje a París donde es recibido con obsecuente admiración por la ensalada de frutas que era la intelectualidad francesa de la época (con Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir a la cabeza).

Gracias al contacto de un técnico de sonido el director Malle, que ya ostentaba cierta popularidad a raíz del mencionado documental, se contacta con Davis y le propone grabar la música de su pelicula. A lo cual el trompetista contesta positivamente poniendo como única condición ver primero algunas escenas del film. La pequeña ocurrencia del pequeño director no pudo ser más feliz, el resultado de las sesiones impulsó un cambio en el sonido de Davis imponiendo un nuevo rumbo en la historia del jazz, alejándolo definitivamente del bebop.

Las sesiones se desarrollaron con una banda de músicos locales que el trompetista, quien había viajado solo, reclutó para tal fin. La propuesta de Miles Davis era novedosa y arriesgada: los temas surgirían a modo de improvisaciones inspiradas por las imágenes que Malle, en sintonía con la Nouvelle Vague, había filmado previamente.

Tal es así que la grabación se realizó sin ningún modelo previo, las ideas surgían de aquello que se proyectaba en la pantalla. Donde las únicas guias dadas por Davis eran un par de acordes sobre los que el contrabajista Pierre Michelot y el baterista Kenny Clarke construían una base rítmica que servía al trompetista para dibujar sus pequeñas piezas sonoras.

La invitación de Malle posibilitó que Davis tuviera una primera aproximación a lo que en muy poco tiempo sería denominado jazz modal. O sea, el estilo que hace pie en las estructuras rítmicas como base para la construcción de líneas por parte de los instrumentos solistas. Esto es posible verlo en Kind of Blue, el disco modal por excelencia, y en LPs de los años 60 y 70 como In a Silent Way y Bitches Brew.

En diciembre de 1957 Davis logró desarrollar un método de trabajo que lo acompañó el resto de su carrera con diferentes grados de alquimia musical y química. En esto tal vez resida el valor y la magia de escuchar Ascenseur Pour l'Échafaud: permitir contemplar en una grabación, que duró tan solo una agitada y fría noche parisina, los próximos 30 años del género.

A continuación les dejamos el link de descarga y las palabras que Boris Vian, espectador de lujo de estas sesiones noctámbulas, le dedicó al disco:

"Esta grabación fue realizada de noche en el estudio Poste Parisien en un ambiente muy distendido. Estaba allí Jeane Moreau, la protagonista de la película, que, de manera encantadora acogía a los músicos y técnicos en un bar improvisado en el estudio. También estaban presentes los productores y técnicos, y Louis Malle, en tirantes, que intentaba sacarle a Miles Davis todo lo que deseaba añadirle a la imagen. Los músicos, totalmente relajados, veían pasar en la pantalla las principales escenas de la película, y situados así en el ambiente, se lanzaban a improvisar a medida que transcurría la proyección. Es de señalar, en la toma Dîner au motel, la extraña sonoridad de la trompeta de Miles. En un momento determinado, un trozo de fragmento de piel se despegó de su labio para ir a colocarse en la boquilla. De Igual manera que los pintores deben a veces al azar la calidad plástica de sus tonos, Miles aceptó con agrado este nuevo elemento " inaudito" en el sentido literal de la palabra, jamás escuchado. No hay duda de que el oyente, incluso privado de las imágenes, será sensible al clima hechizante y trágico creado por el gran músico negro, sostenido admirablemente por sus compañeros de equipo".

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