Everyday Life is War


Es innegable el impacto que las nuevas tecnologías de la información, sobre todo internet, tienen sobre las formas de producción y circulación de datos: desde los números del mercado de valores hasta el porno más oscuro se transmite y comercializa por la web. En el plano del arte la influencia de la Internet no es menor, así se puede encontrar tanto museos on-line, como sitios dedicados a la crítica cultural, la producción literaria, de artes visuales y música.

Para no pocos el advenimiento de la Internet ha significado la posibilidad de dar a conocer sus producciones a bajo costo y con cobertura global. Esto ha envalentonando a parte de la intelligentzia massmedia para proclamar a viva voz el inconmensurable potencial democrático y liberador de la Internet.

La realidad es que la mayor parte de las producciones que imperan en la red tienden a compartir un denominador común que mucho dista de la idea de liberación: la confesión. La Internet se ha conformado como un territorio apto para satisfacer una inquietante propulsión a la exhibición, erigiéndose en un enorme y afeminado diario íntimo. Basta echar una mirada a la Internet 2.0 para ver como el afán de exposición conforma la gran cantidad de producciones que llenan la red. Y la democracia esgrimida no es más que un acceso más o menos sencillo a la publicación de textos: escritos, fotográficos, de audio y video.

Pero no todo es gris en la web, como contrapunto a lo señalado se pueden encontrar textos que logran despegarse de la mediocridad confesional imperante, comunidades que producen conocimiento y desarrollan poéticas que corren los límites de lo enunciable, jóvenes entusiastas de la literatura, de la música, de las artes visuales que buscan nuevas formas, que se desmarcan de la pesada tradición o simplemente la reconocen como aquello que es: condición de producción y no condicionante de la producción.

Este es el peculiar caso de Everyday Life is War (ELW) el primer disco de Futuro Primitivo (http://futuroprimitivo.com/). Futuro Primitivo es la máscara que tuvo que brindarse el todavía sub-30 Matjas Mon para poder sacarse de encima sus pasado grunge. ELW es un trabajo individual concebido en la soledad de un cuarto. El cuarto como atelier, como Estudio, como un universo lleno de posibilidades. Aquí las nuevas tecnologías son aprovechadas como un portentoso tool box que posibilita construir los más bellos sonidos. De esta manera el disco, netamente instrumental, logra crear atmósferas muy íntimas y personales. Otro punto nodal que resulta interesante es haber logrado desabotonar el corset que implicaban las gramáticas de producción rockers.

Como esas fotos sacadas frente al espejo, donde las adolescentes de Villa del Parque exponen sus bellos cuerpos desnudos, con los flashes quemando gran parte de la composición. Matjas logra desnudar un mundo de sonidos imposibles y los expone en la Web. Aquí hay una práctica privada que tracciona la música hacia desconocidas orillas y encuentra circulación en la internet 2.0. Hay una intención, un interés por poner algo nuevo allí donde antes no había nada. Una nueva lectura, una nueva interpretación. La música de ELW no puede ser definida fácilmente, y si bien podría entrar dentro de la electrónica, la propuesta de Futuro Primitivo excede las pistas y encuentra nuevas posibilidades interpretativas en un mundo multitag.

Desde el arte de “tapa” hasta las texturas sónicas logradas por el sampleo de sirenas, gritos, chicharras la estética postapocalíptica emerge como la pesadilla de una generación que abrazó los movimientos globales de Seattle, los Movimientos Sin Tierra en Brasil, el EZLN y las Asambleas Populares en Caballito. Abrazó todo lo que tenía para abrazar y se desilusionó al descubrir que sus ídolos e ideólogos tenían pies de barro. Leyó a Negri y a Klein y descubrió rápido el engaño. O simplemente se relajó en una bella remera parlemitana con la cara del Subcomandante Marcos. ¿Hoy tienen la cara de Evo Morales?

ELW es el revés darkie de Manu Chao. Es un escupitajo en el ojo de los movimientos de “liberación” globales y en la adyacente buena conciencia de la música comprometida. ELW dice más que mil palabras desde su fulgurante nihilismo. Desde aquí ELW se transforma en poderoso, introduciéndose por senderos poco transitados y abriendo caminos allí donde hasta hace poco solo había selva.